Ante la Policía, y en presencia de su abogado, Soufian reconoció que acudió a la casa del matrimonio para recoger unas herramientas que se había dejado olvidadas, bajó con el marido al trastero, y tras propinarle un mordisco en el brazo (parece ser que como reacción a una «proposición deshonesta»), le asestó 69 puñaladas. No contento con ello, y dado que la mujer ya le había visto (pues se había cruzado con ella en el ascensor), Soufian se dirigió a la vivienda de la pareja y, una vez que la mujer le abrió la puerta, se abalanzó sobre ella, la inmovilizó, le propinó un puñetazo en la boca, y después cubrirle la cara, le asestó dos puñaladas. Puri estaba a punto de dar a luz a un varón que ya pesaba 3,400 kilos. Madre e hijo murieron. Para rematar su faena, el marroquí ahora absuelto prendió fuego a la cama en la que había matado a la mujer, lo que originó un incendio que obligó a desalojar el inmueble.
Además de su declaración inculpatoria (en la que aportó datos que sólo la Policía conocía) y de la que dieron fe tanto el letrado que le asistió como el jefe superior de Policía de Melilla, había más pruebas de que Soufian estuvo en el lugar del crimen, como la huella de su mano, que apareció mezclada con la sangre de su primera víctima en la barandilla de la escalera, o su dentadura, que coincidía con el mordisco que el hombre presentaba en el brazo.
Sala Segunda del Tribunal Supremo absuelve al marroquí al negar la validez, entre otras, de la prueba lofoscópica por la que se obtuvo la huella de la palma de la mano de Soufian en la escalera del edificio. Los magistrados consideran que la misma debió obtenerse en presencia judicial y con todas las garantías legales. Lo mismo cabe predicar, dicen, de la muestra obtenida cuando se le practicó el molde de dentadura o cuando se le extrajo saliva, pues el marroquí «no fue advertido del posible carácter inculpatorio y de la posibilidad de negarse a su práctica».
ABC.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario